La Real Academia de la Lengua Española define la emoción como “Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”. De manera tradicional, se asocian las emociones con un compromiso somático, es decir sensaciones físicas que pueden o no acompañar a una imagen que el cerebro está percibiendo en el momento, o está recordando. Estos recuerdos pueden ser conscientes o inconscientes y también tienen que ver con épocas donde el cerebro no estaba completamente formado, como es el caso del parto, pero que frecuentemente condicionan la forma de ver el mundo y de procesar las emociones.
La percepción de las circunstancias está condicionada en parte por la cultura y los recuerdos, de acuerdo como el cerebro los haya clasificado: “buenos” o “malos”, y su parecido con lo que se está percibiendo en el momento, van a condicionar en gran parte el manejo de las emociones. La importancia de esto se aprecia en que para algunas personas el ladrido de un perro puede ser motivo de emociones agradables y para otros el mismo ladrido causará sensaciones desagradables, dado que han tenido experiencias negativas con los perros en la infancia. Todos estos recuerdos e imágenes van determinando la forma en que reaccionamos ante diferentes situaciones en la vida.
Las creencias son un factor esencial en nuestra situación emocional
Las creencias también son un factor esencial en nuestra situación emocional. El riesgo mayor de morir o de enfermar por cualquiera de todas las causas está en estrecha relación con lo que creemos y pensamos de nosotros mismos. Dos estudios realizados con estudiantes de medicina, uno en Harvard y otro en la Universidad de Duke, pusieron en evidencia la importancia de las creencias y las emociones sobre nuestra salud. Su valor y relevancia es que se produjo con estudiantes de medicina. Se trata de un estudio prospectivo; se les hizo un perfil psicológico, se vio su manera de afrontar el mundo, positiva o negativamente y se siguió el estudio durante 40 años; al cabo de esas cuatro décadas se hicieron estadísticas sobre lo que pasó con los dos grupos en función de su tipo de afrontamiento. Los pesimistas miraban el mundo con anteojos oscuros y los optimistas son los que se quitaron los anteojos, y miraban el mundo con todo su colorido, lo cual tiene repercusiones muy importantes en la salud.
Los optimistas están afianzados en la vida con un sentimiento de autoconfianza
Los optimistas están afianzados en la vida con un sentimiento de autoconfianza, mientras que los pesimistas son aquellos que, como no confían en sí mismos, ni en nada ni en nadie, entonces se sienten víctimas de sí mismos y víctimas de todo el mundo. En general, las personas con mente positiva tienen un patrón relacional donde hubo un soporte afectivo temprano adecuado y aquellos de visión negativa por el contrario no tuvieron, ni percibieron el afecto en un momento crítico de la vida. Los que tienen un afrontamiento negativo, no poseen confianza de la vida y lo ven todo con el colorido de los anteojos oscuros, teniendo cuatro veces más riesgo (400%) de enfermar y de morir por cualquier causa.
Normalmente en la psicología se tiene en cuenta lo que ha sucedido desde el momento del parto en adelante, pero otras escuelas psicológicas más recientes, es el caso de la psicología transpersonal, involucran lo que ha pasado durante el embarazo e incluso antes del mismo teniendo en cuenta el punto de vista familiar y transgeneracional.
Algunos autores van más allá como es el caso de Carl Jung, quien incorporó en su terapia el concepto del inconsciente colectivo y los arquetipos del inconsciente, planteando que no solo estamos influenciados por nuestras memorias individuales.
En la filosofía oriental del ser humano, el budismo por ejemplo, se plantea que existe una esencia (alma) del ser humano que existe incluso antes del nacimiento; en lo que algunos refieren como otras vidas, y que conforme a ese criterio, podrían influir en nuestras respuestas emocionales a eventos actuales. En estas teorías, una emoción atascada es en ocasiones un toque de atención del alma para prestar atención sobre algunos temas o situaciones y así poder resolverlas en esta vida, a través de prácticas meditativas, ejercicios de compasión, etc.
Igualmente en otras visiones milenarias orientales del ser humano (medicina china, ayurvédica, entre otras), así como en tradiciones indígenas en todo el mundo, se entiende la influencia del flujo de la energía en las emociones y se aplican terapias que implican una movilización de la energía, las cuales pueden cambiar estados emocionales. En tradiciones indígenas milenarias, es frecuente el uso de ritos iniciáticos donde se inducen estados ampliados de conciencia que facilitan el entrar en contacto con un mundo interior, que pone de presente lo que Carl Jung describió. Estos ritos tienen como objetivo facilitar la liberación de energías y conflictos y de esa manera mejorar el status emocional y físico.
Ciertamente gracias a la ciencia hemos efectuado grandes avances en el campo de la salud, y de ese modo podemos saber que una depresión puede ser el resultado de un hipotiroidismo o una deficiencia de vitaminas. En tal sentido, algunas enfermedades mentales pueden producirse por una deficiencia severa de vitamina B3. Todo ello, además puede conllevar dermatitis y problemas digestivos. Por otro lado, el abuso del alcohol contrae deficiencia de vitamina B1 que afecta al cerebro y su forma de procesar las emociones. Por tanto, controlar la nutrición y la toxicidad geoambiental son también factores claves para disponer de un cerebro que pueda manejar bien las emociones.
La visión mecanicista del ser humano y del cerebro, si bien ha traído avances en la medicina de urgencias y el tratamiento sintomático de muchas enfermedades mentales, también es cierto que ha reducido la posibilidad de explorar un mundo interior, que no es ajeno a las personas y podría dar respuesta a muchas enfermedades de tipo emocional, que hoy en día se manejan de forma sintomática con fármacos.
Desde el punto de vista biológico, las emociones han servido como un termómetro para evitar o buscar situaciones que convienen desde el ámbito biológico y/o cultural. Si escuchamos el rugido de un león en la selva, normalmente se activan emociones que aumentan el latido del corazón y nos preparan para huir o atacar. Si nuestra respuesta emocional a este estimulo sonoro fuera neutra o relajante, no activaríamos los mecanismos neurológicos adecuados para esta tarea, y eso a nivel evolutivo no hubiera sido conveniente.
Las emociones son un factor acompañante o causante de la mayoría de enfermedades
Estos instintos de ataque y huida en el mundo moderno, pueden ser desencadenados por estímulos de la vida cotidiana como lo son el estrés al conducir un coche en calles con alto movimiento vehicular, el trabajo, la familia, problemas económicos, etc. Y aunque no suelen tener la intensidad de un ataque por un depredador, si suelen ser más prolongados en el tiempo, entre otras razones por nuestra capacidad de imaginar circunstancias futuras o recordar eventos del pasado. Esto ha originado que las emociones sean un factor acompañante o causante de la mayoría de enfermedades, lo cual se ha planteado en innumerables estudios.
En términos informáticos, es como si la cultura fuera un software a lo cual el harware de cerebro biológico en algunas ocasiones no se ha podido adaptar. La cultura evoluciona más rápido de lo que en ocasiones puede adaptarse la biología. Entonces cabe plantear la pregunta sobre si nosotros debemos buscar la manera de adaptarnos completamente a los requerimientos de una sociedad industrializada, o ese estrés precisamente nos está dando un toque de atención para cambiar algunas cosas de la cultura, que entre otras cosas nos está produciendo una catástrofe ecológica y un mal manejo de los recursos económicos.
¿Como integrar todas estas visiones de una manera práctica sin caer en fundamentalismos y así utilizar lo mejor de cada visión del mundo? Pues esa esa es justo la idea de nuevas corrientes emergentes de la salud que integran terapias complementarias como lo son la medicina integrativa, la neuroinmunoendocrinología, la sintergética, la respiración holotrópica de Stanislav Grof, la psicosíntesis de Asagioli, el tapping, la programación neurolingüística, por nombrar solo algunas.
Adicional a las alternativas ya mencionadas, como respuesta a esa gran pregunta, existen otras valiosas herramientas para complementar los tratamientos emocionales de tipo convencional de los cuales vale la pena tener en cuenta los siguientes:
- El trabajo de Byron Katie.
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Mindfullness
- Meditación trascendental.
- Las diferentes escuelas de Yoga.
https://www.hsph.harvard.edu/health-happiness/
La psicología del futuro tendrá que valorar la biología, las emociones, la energía, los factores geoambientales, la nutrición y porque no decirlo, también el alma, para integrar lo mejor de los descubrimientos de la ciencia y de los místicos, y así realizar un mejor tratamiento de las emociones.
Es evidente que los terapeutas independientemente de la técnica que utilicen, si son suficientemente empáticos y amorosos, pueden ayudar a mejorar la autoimagen del paciente y así cambiar radicalmente la calidad de sus emociones y su salud.
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