La salud y la integridad del cuerpo están de relación con la integridad del aparato respiratorio y su capacidad de oxigenar y purificar la sangre. La eficacia del aparato respiratorio permite la vitalidad del cuerpo. El cuerpo vital impregna todas las partes del cuerpo físico denso. Es la base, la sustancia verdadera del cuerpo físico. Según la naturaleza de la fuerza que anima al cuerpo vital y la calidad de su actividad, estarán más activas y vitales o menos activas y pesadas las principales áreas del cuerpo reguladas por los centros que se encuentran detrás del sistema endócrino.
Ha llegado el momento de correlacionar la salud con los patrones de conducta de la gente. Si los patrones de conducta son irregulares, la fuerza que anima el cuerpo tiende a ser irregular. Por consiguiente, el cuerpo vital estará sometido a frecuentes fluctuaciones en su vibración. La alteración consistente y constante del aspecto vital del cuerpo debido a una actividad ignorante del hombre es el estimulador básico de la mala salud según la Ciencia de Sabiduría. El aparato respiratorio se afecta. Los problemas respiratorios frecuentes, la alteración de la tensión arterial y de los latidos cardiacos, son la causa de muchas enfermedades hoy en día.
Cuando los hábitos irregulares de comer, el trabajo sin descanso, el sueño inadecuado, persisten a lo largo de los años; uno está destinado a afectar el entramado de su salud. Además de esto, si mantiene actitudes maliciosas tales como la competencia, los celos, el orgullo, el prejuicio, podrá causarse mellas más profundas en su salud. El miedo, la ambición, la sospecha, la duda, contribuyen aún más a dificultar que la fuerza vital fluya libremente en uno mismo.
La fuerza vital fluye continuamente en el sistema humano. Cualquier actividad que con frecuencia altere la energía que fluye libremente, podría afectar la salud. Se debe entender que el hombre no puede comportarse como quiera y aun así tener buena salud. La actividad de la conciencia y la actividad de la vida deben moverse de la mano en amistad. Por esta razón, los profetas de la antigüedad sugirieron la armonía de la vida mediante la equiparación de la alimentación, el trabajo y el descanso. Cuando se establece un triángulo equilátero en relación con estos tres, se puede restaurar la salud. Se puede mitigar la mala salud. La mala salud, a su vez perturba la actividad; por lo tanto, la actividad no debe perturbar la salud. Las dos se pueden promover entre sí o destruirse una a la otra. Se debe pensar en alimentos y trabajo cualitativos, además de horas de sueño adecuadas.
Los médicos y sanadores harían bien en enseñar esta dimensión a todos los que acuden con enfermedades. Deben ser parte de la «Receta” las medidas correctoras de la actividad para restaurar la salud. La comprensión general de » Yo tomo medicinas si estoy enfermo» debe eliminarse. Los medicamentos no deben ser considerados como el único medio para curar. Los médicos y curadores no deben ser vistos como magos. Los enfermos también tienen su responsabilidad y deben ser educados.
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