La Teoría Occidental de los Cuatro Elementos y la Constitución
El Ser Humano de Cuatro Dimensiones
Imagen: La Polaridad del Sol (Fuego) y la Luna (Agua); Aurora consurgens; Siglo 14.
También se pueden considerar a los elementos como componentes espirituales primarios, productores de vida. El fuego y el aire constituyen el principio activo, masculino, procreador; por otro lado, el agua y la tierra constituyen el principio pasivo, femenino, receptor. Este pensamiento nos recuerda la polaridad Yang/Yin de la medicina china. En occidente también se conoce esta verdad; aquí se llaman Sol y Luna. Un mensaje hermético dice: “Su padre (Yang / fuego) es el Sol, su madre (Yin / Agua) es la Luna.” En consecuencia, la polaridad básica de la vida es Calor/Fuego y Frío/Agua, y el aire finalmente constituye la base de la existencia material, la cual corresponde a la tierra.
Aquí es importante que los elementos son invisibles y que son trascendentales, representando así la base espiritual de la vida.
Los componentes minerales básicos de la materia provienen del más denso de los elementos, la tierra. El elemento agua conecta energéticamente esas materias y de esta manera constituye la base de la vida orgánica. Como reino de la naturaleza, el reino vegetal está asignado al agua. El aire inspira a la naturaleza y constituye la base del reino animal. El fuego espiritualiza al mundo y de esta manera está asignado al hombre.
En la medicina antroposófica orientada herméticamente, el hombre por analogía con los elementos, consta de cuatro dimensiones de existencia o cuerpos (ver gráf.).
Primero de todo está el cuerpo físico que es similar al reino mineral (tierra), el cual representa al recipiente material del ser espiritual. La manifestación de este cuerpo es responsable de la intensidad de la conexión del espíritu con la materia (encarnación).
El segundo cuerpo es el de la fuerza formadora o cuerpo etérico, con sus funciones metabólicas y sus fuerzas regeneradoras (agua). Corresponde al reino vegetal. Es el cuerpo de la fuerza vital. En tercer lugar, encontramos al cuerpo emocional o astral (aire), que nos conecta con el animalismo. A través de él, sentimos simpatía y antipatía, amor y odio, alegría y dolor.
En cuarto lugar, el hombre consta de cuerpo mental (fuego) o la organización egoica. Nos otorga la capacidad de conocer conscientemente. Este cuerpo está reservado para el ser humano.
Los Cuatro Órganos Principales del Hombre
Los elementos del fuego y el aire (azufre) corresponden al solsticio de verano; el agua y la tierra (sal), al solsticio de invierno. El centro sin marcar de la imagen muestra a Mercurio. La imagen está rodeada de los fuegos espirituales de los elementos con la quintaesencia como corona y la ciudad de Jerusalén como un polo opuesto terrenal. Jacob Böhme, 1682
De acuerdo con la tradición hermética, cada órgano principal está asignado a un elemento: fuego– corazón / aire – riñones / agua – hígado / tierra – pulmones. Estas asignaciones son de importancia fundamental para la práctica.
Las enfermedades coronarias no son sólo una alteración del elemento fuego sino que tienen su origen en un conflicto entre la conciencia egoica y la realización de las imaginaciones de la voluntad. En consecuencia, una terapia con remedios cardiotónicos – por ejemplo espino, endrino o agripalma – presenta una posibilidad de crear fuerza egoica, la cual permitirá que la persona exteriorice su voluntad. Uno de los remedios más importantes para crear conciencia egoica es el metal del Sol, el oro (Aurum metallicum). En potencias bajas (D6 to D12), es adecuado para el tratamiento de la debilidad del ego y la falta de orientación de la personalidad. Sin embargo las potencias superiores (D30), se usan cuando la organización del ego se expande ilimitadamente en el entorno y se convierte así en un problema para los semejantes y para quienes lo rodean.
Las deficiencias en la “digestión” de las emociones, los traumas psicológicos o las experiencias traumáticas, tienen un efecto patológico sobre el elemento aire y pueden llevar a enfermedades de los riñones.
Viceversa, una terapia de los riñones con sus remedios respectivos es una posibilidad de crear armonía en las experiencias emocionales. Para esto es particularmente adecuado el metal de Venus, el cobre (Cuprum metallicum D12). Relaja al alma y lleva a la paz interior. Un remedio probado de cobre y de plantas típicas del riñón como la vara de oro y el abedul, es el remedio “Renalin” de Soluna.
Como el elemento aire tiene correspondencia con el reino animal, los bálsamos para el alma también incluyen diversos remedios animales como Lachesis, Naja, Apis, Ambra, o Musk.
Sin embargo, si tienen lugar trastornos del elemento agua, siempre está también un problema de las fuerzas regeneradoras del cuerpo. Las plantas del hígado como el cardo mariano son por lo tanto una verdadera fuente de juventud. No sólo mejoran el funcionamiento del hígado sino que también vitalizan a todo el organismo.
El remedio más importante para el fortalecimiento de la función hepática es el estaño, el metal de Júpiter (Stannum metallicum D12). Un buen remedio de suplemento es “Hepatik” de Soluna. En el “Metaheptachol» de Metafackler y en «Hepar 202» de Staufen-Pharma, ya está contenido el estaño. El «Hepar 202» está disponible solamente como ampolla y debe ser inyectado encima del hígado.
Finalmente queda el elemento tierra con su órgano principal, los pulmones. Las enfermedades crónicas de los pulmones, que significan siempre un trastorno del elemento tierra, también a la larga debilitan a las fuerzas estructurales del cuerpo. El cuerpo etérico ya no estará en situación de proporcionar energía vital al cuerpo a través de lo material. La fuerza de la respiración es así una precondición para la vitalidad de la persona. Este es un saber que no sólo conocen los chinos. Aumentar el Chi de una persona significa prolongar su vida.
Por lo tanto, las plantas típicas del pulmón como la elecampana (énula, helenio), la pimpinela, la hiedra, el liquen, o la pulmonaria, se encuentran entre los elixires de vida y dadores de fuerza. Otros remedios preciosos son principalmente las sustancias minerales como el arsénico y los compuestos de arsénico (Arsenicum album D12, Auripigmentum D12), ácido silícico (Silicea D12), y particularmente el antimonio (ej. Antimonium crudum D12), uno de los mejores elixires de vida. Paracelsus escribe sobre este metal de la tierra, que es capaz de transformar las propiedades siniestras de Saturno -que es sinónimo de todas las enfermedades crónicas y degenerativas- en las fuerzas regeneradoras de Venus.
Desde los Cuatro Elementos al Tripartismo del Mundo
Paracelsus consideraba que el origen de la enfermedad no era solamente la desarmonía de los cuatro elementos, sino sobre todo de los tres elementos básicos de la vida: la Sal, el Azufre y el Mercurio, a los que se refería también como los Tria Principia.
Mientras que los elementos representan lo transcendental de la naturaleza, todas las manifestaciones visibles de este mundo nacen de los tres principios: Lo visible y concreto es el cuerpo del mundo, que consiste de tres materias básicas, el azufre, el mercurio y la sal (…)
De estas tres cosas se originan todas las propiedades, la clase y el ser, la naturaleza y afines. Ellos indican a todo médico que no debe percibir el impacto de estas tres cosas con la visión de sus ojos, entonces conocerá lo invisible.” (Paracelsus).
Para que algo se pueda manifestar visiblemente, ante todo debe existir la idea de una forma -esto es el azufre. La fuerza característica y específica de esta idea es el mercurio. La densificación de estas fuerzas en una forma material, es la sal.
Los tres principios están en conexión secreta con los elementos (ver gráfico).
El azufre conecta entre sí a los signos ascendentes de fuego y aire, por lo tanto constituye la columna masculina, activa y caliente. Como polo contrario, la sal conecta los dos elementos descendentes, el agua y la tierra. Por lo tanto constituye la columna femenina, pasiva y fría. Entre las dos está el mercurio. Es el hijo neutro, creado de la unión de lo masculino y lo femenino. Él conecta los elementos ascendentes con los descendentes. Debido a que fusiona armoniosamente lo caliente y lo frío, se lo llama también el hermafrodita. (ver gráfico).
El Tripartismo en el Hombre
Todas las cosas visibles están asignadas a estos tres principios, por lo tanto también lo está el hombre, sus enfermedades y sus remedios.
El polo de calor del hombre, llamado también “sistema del metabolismo de los miembros” en la medicina Antroposófica, está situado principalmente dentro del abdomen. También lo encontramos en todos los lugares en donde tienen lugar las actividades metabólicas y donde se produce energía. En el área de la cabeza, sin embargo, es menos pronunciado que en el área del abdomen. El polo de calor corresponde a la juventud del hombre, lo inconsciente, las enfermedades agudas y todas las apariciones patológicas con calor, por ejemplo la histeria, las inflamaciones y las hinchazones. Por el contrario, encontramos al polo frío del hombre principalmente en el área de la cabeza y de los órganos sensoriales: por eso en la medicina antroposófica se lo llama “sistema neuro – sensorial”. También lo encontramos en todos los lugares donde se utilice energía o donde el cuerpo se endurezca, por ejemplo, en los huesos. Corresponde a la vejez, la conciencia, las enfermedades crónicas, y a todas las enfermedades acompañadas de frío y endurecimiento, por ejemplo la neurastenia o la esclerosis.
Así, en principio todas las enfermedades pueden ser asignadas a una constitución caliente o fría. En el medio, entre los polos, encontramos al principio neutral de Mercurio con sus funciones equilibradoras entre el frío y el calor; es lo que se llama en la medicina antroposófica el “sistema rítmico”.
Encontramos este principio sobre todo en el pecho, en consecuencia en el corazón y los pulmones. La diástole y la sístole del corazón, así como la inhalación y la exhalación de los pulmones, son los ritmos de la vida. Pero también la peristalsis intestinal, el sistema hormonal o la menstruación, son rítmicos. Crean armonía en el cuerpo. Si estas funciones disminuyen, esto puede llevar a condiciones que pongan en peligro la vida, por ejemplo un infarto o un abdomen agudo.
La raíz de valeriana es un remedio para el excesivo énfasis del polo frío del hombre; las flores de manzanilla, por otro lado, restringen el énfasis excesivo del polo caliente. La estructura del beleño exhibe una referencia al sistema rítmico.
Las Plantas en Analogía con el Hombre
El mundo de los remedios también se presenta como tripartita. Como el agente curativo debe ser lo más similar posible a la enfermedad, se usan remedios de la sal para enfermedades frías, remedios del azufre para enfermedades calientes, y remedios del mercurio para las enfermedades rítmicas. Usando la planta como ejemplo, el tripartismo se muestra particularmente claro.
Encontramos el polo frío en plantas con una pronunciada formación de raíces. Ellas son los mejores remedios para las enfermedades de los órganos de la cabeza, para los excesivos procesos de la conciencia, las enfermedades de los huesos, las enfermedades seniles o el endurecimiento en el interior del cuerpo. Ejemplos serían la raíz de valeriana (Valeriana officinalis) para los desórdenes del sueño, raíz de grama (Agropyron repens) para inflamaciones crónicas en el área de la cabeza, raíz de árnica (Arnica Montana) para los resultados de traumas en la cabeza, raíz de consuelda (Symphytum officinale) para la osteoporosis, cúrcuma (Curcuma longa) para los cálculos biliares, o la raíz de ginseng (Panax ginseng) para las enfermedades seniles.
Las terapias con raíces complementan a los remedios minerales. Como método -de acuerdo con las enseñanzas de Rudolf Steiner- debe tener lugar también una terapia desde afuera, como por ejemplo baños, embrocaciones, o gimnasia.
Contrariamente, encontramos el polo de calor principalmente en plantas con una pronunciada formación de flores o semillas. Ellas son los agentes curativos ideales para las enfermedades inflamatorias, principalmente de los órganos abdominales, las enfermedades de la niñez o situaciones con falta de conciencia. Ejemplos de esto serían las flores de manzanilla (Matricaria chamomilla) para las inflamaciones gastro-intestinales, las flores de caléndula (Calendula officinalis) para las inflamaciones de las heridas, alcaravea (Carum carvi) para la flatulencia, la adormidera (Papaver somniferum desde D6 en adelante) para infecciones febriles con hipersomnia, o los pensamientos (Viola tricolor) para enfermedades de la piel de los niños. Las preparaciones florales estimulan los procesos de la conciencia; ejemplos de ello son las flores de Bach. La terapia floral es complementada con otras medidas terapéuticas internas, principalmente con una dieta. La fitoterapia como tal, tiene una influencia favorable en los procesos de calor.
Todavía queda el “sistema rítmico”, al que encontramos particularmente en plantas con una pronunciada formación rítmica de hojas y con énfasis en tallos y hojas. Son remedios para las enfermedades del corazón y la circulación, trastornos del proceso respiratorio, enfermedades hormonales y para desórdenes de la menstruación. Ejemplos de ellas serían la agripalma (Leonurus cardiaca), el beleño (Hyoscyamus niger D4), y las hojas de lirio del valle (Convallaria majalis) para enfermedades cardíacas; alchemilla (Alchemilla vulgaris) y potentilla (Pontentilla anserina) para desórdenes de la menstruación, o pulmonaria (Pulmonaria officinalis) y hiedra Hedera helix) para las enfermedades de los pulmones.
La terapia se complementa principalmente con remedios animales (e.g., Naja, Blatta orientalis, musk). De acuerdo con las indicaciones de Rudolf Steiner, la administración del remedio mediante inyeciones es el método de elección para una influencia positiva sobre el “sistema rítmico”. Esto también explica por qué las compañías Wala y Weleda entregan ampollas de cada preparación. Estas podrían ser inyectadas una o dos veces por semana. En los días sin inyecciones tiene lugar la otra terapia.
La estructura del beleño es una referencia al sistema rítmico.
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