Un Verdadero Gran Reformador Médico, Religioso y Social del Siglo XVI
Un gran reformador social
Estas enseñanzas “teosóficas” no estuvieron en absoluto reñidas con la sensibilidad de Paracelso hacia los problemas y necesidades de los colectivos sociales más desfavorecidos y en general de todas las personas que sufrían injusticias y dolor, fueran del tipo que fueran. Siempre se puso al lado de los necesitados, los desprotegidos y pobres en general. En su trabajo como médico no se olvidó nunca de la gente pobre y humilde, a quienes intentó tratar como si fueran sus propios hermanos y a quienes no exigió nunca una remuneración. Su contacto íntimo, profundo y constante con el mundo marginal y pobre de la sociedad le sensibilizó mucho sobre sus problemas. Pudo observar en primera línea que los colectivos más humildes eran los más perjudicados por las revueltas y guerras políticas y de religión que hubo en las décadas en que le tocó vivir y que agravaron las injusticias sociales que sufrían. De esta manera acabó comprometido con importantes grupos de desamparados, como los campesinos, los mineros e incluso las mujeres, para ayudarles a acabar con las injusticias sociales que sufrían, clamando por la igualdad social basada en principios cristianos. Y esto sin importarle si se ponía en contra de las posiciones y opiniones o doctrinas de las autoridades gobernantes o de poderosos grupos económicos. También en el campo social, Paracelso se adelantó algunos siglos y de alguna manera colaboró en establecer algunas bases de lo que serían los movimientos sociales relacionados con la lucha por la justicia social que surgirían principalmente durante el siglo XIX en defensa de la clases sociales bajas o pobres. Tal como dice Pagel, “su vida y trabajo fue una permanente guerra contra los privilegiados y poderosos”. 1
Sin embargo, nunca apostó por las luchas o revueltas violentas en contra de estos privilegiados, tal como postularon y llevaron a la práctica algunos sectores de grupos ideológicos o religiosos de su época, como los anabaptistas. Según él, los levantamientos violentos no podían ayudar a mejorar la situación de los que eran objeto de injusticias. A pesar del serio compromiso que adquirió con aquellos colectivos, él siempre postuló a favor de las vías de reforma pacífica y pacifista, sin violencia y defendiendo los valores e ideales humanistas de cooperación, solidaridad y tolerancia para llegar a la anhelada armonía de clases y a la justicia social. Y, a pesar de ello, en algunos momentos, las autoridades le persiguieron como si hubiera alentado o fuera el máximo responsable de las revueltas sociales en las que se vio inmerso.
Su compromiso con los campesinos pobres
La guerra social más clara en la que se involucró manifiestamente por su compromiso a favor de los humildes fue la llamada “Guerra de los campesinos” (en alemán, der Deutsche Bauernkrieg), también llamada la revolución del hombre común (en alemán, Erhebung des gemeinen Mannes). Ésta fue una violenta revuelta popular, sobre todo campesina, que tuvo lugar en el corazón del Sacro Imperio Romano Germánico, principalmente en el área sur, oeste y centro de Alemania, pero que también afectó zonas de las actuales Austria y Suiza; es decir, comprendió una gran región de la Europa central que abarca desde el Rhin al Danubio. Precisamente a Paracelso le sorprendió la guerra cuando se encontraba en Salzburgo en 1524. Cuando llegó a esta ciudad aquel año para instalarse por primera vez de forma más o menos estable como médico en una ciudad, Salzburgo se estaba preparando para la revuelta campesina, que se prolongaría hasta 1525. Su estancia allí coincidió exactamente con el periodo que duró el conflicto. Su compromiso con los exaltados le obligó a huir de Salzburgo cuando terminó la guerra si no quería ser represaliado, seguramente con la pena de muerte.
Se dice que fue la revuelta popular más masiva y generalizada en Europa hasta la Revolución francesa de 1789. Durante la primavera y el verano de 1525 contó con un total estimado de 300.000 campesinos insurgentes y dejó un saldo de más de 100.000 víctimas entre los sublevados. Fue el resultado de la explosión de las endémicas tensiones entre campesinos y propietarios. Los campesinos vivían en unas condiciones sociales y económicas muy duras. Además, estas se agravaban periódicamente, más o menos cada diez años, cuando había malas cosechas. Y en los últimos años la situación empeoró aún más para los campesinos porque se habían expropiado y vallado las tierras comunales, se habían restringido o suprimido los derechos de utilización de terrenos comunes de pastoreo, de tala de bosques, de pesca y de caza, antes comunitarios, y se habían incrementado los impuestos que los señores y príncipes imponían para financiar las distintas guerras en que desde hacía unos años se habían involucrado. 2 Y esto no era todo. A estas duras cargas la Iglesia añadía además la demanda de los diezmos, otro tributo que solía suponer la décima parte de la cosecha. El humanista y gran amigo de Paracelso, Sebastian Franck, que como el primero defendía la reforma social y eclesiástica no violenta, escribió por aquellos años que los opresivos diezmos, las obligaciones mortales, los trabajos forzados, los tributos, los pagos de intereses y otros serios motivos de quejas fueron la causa principal de la llamada Guerra de los campesinos en la década de los veinte. 3
Con este panorama no fue nada extraño que Paracelso comprendiera las razones de la gente humilde que vivía del campo para mejorar sus condiciones de vida y trabajo. Y no sólo las comprendió y expresó simpatías hacia los rebeldes, sino que de alguna manera se asoció con ellos. 4 Algunas fuentes señalan que les ofreció sus servicios como médico. 5 Con lo cual, lógicamente, los campesinos aceptarían gustosamente la oferta, dada la necesidad de atenciones a los miles de heridos en los combates. No hay que olvidar que Paracelso fue apreciado siempre como una autoridad profesional y tenía una gran experiencia en campos de batalla. Pero sería excesivo pensar que Paracelso fue un jefe de la revuelta campesina de Salzburgo. Sin embargo, sabemos que fue arrestado por sospechoso de fomentar la insurrección o en todo caso las autoridades civiles estimaron sus puntos de vista como demasiado revoltosos. 6
Ya hemos dicho anteriormente que en esta ciudad austriaca no vacilaría en dirigirse públicamente a las masas en los lugares más concurridos para reclamar justicia social y que incluso repartió entre los ciudadanos escritos suyos, supuestamente de carácter religioso, pero en los que seguramente se posicionaría sobre el conflicto social abierto. Su arresto tuvo que ver sin duda con estas intervenciones públicas.
Con esta detención su vida peligró, puesto que la represión contra los revolucionarios o simplemente contra los sospechosos de simpatizar con el movimiento, fue muy cruel. 7 Pero, sin que nadie sepa con exactitud cómo lo hizo, pudo escapar del arresto huyendo precipitadamente de esta represión, aunque fuera por los pelos, dirigiéndose río arriba por el amplio valle del Danubio. No volvió a Salzburgo hasta el final de sus días. Su biógrafo Pagel dice que tuvo mucha suerte de escapar de la soga. 8 Algunas fuentes señalan que le fue conmutada la pena de la ejecución por la del exilio de la ciudad, a causa de su condición de doctor y porque no había llevado armas durante las revueltas. 9
Ciertamente, Paracelso no intervino directamente en los levantamientos. Él era un pacifista. Detestaba la guerra, la violencia y aborreció la pena de muerte y el asesinato así como todo poder político que lo practicara o lo promoviera. 10 Por lo tanto deploró tanto la violencia de las revueltas campesinas y la vulgaridad de sus métodos -y las reyertas en las tabernas- 11 como la violenta represión por parte de las autoridades contra los levantamientos, la cual incluyó el castigo con la pena capital para todos los líderes campesinos de la insurrección. Al final de la guerra el empeoramiento general –excepto en zonas montañesas de Suiza– de la situación de los campesinos, los cuales tuvieron que soportar políticas y medidas cada vez más represivas, dio la razón a los pacifistas que, como Paracelso o la rama pacifista trinitaria de los anabaptistas, siempre abogaron por el progreso y las reformas sociales sin violencia ni guerras.
Contra las injusticias en el campo comercial farmacéutico
Aunque ya no fuera estrictamente en el ámbito social rural, el reformismo social pacifista paracelsiano tuvo una buena oportunidad de aplicarse realmente durante los meses en que Paracelso fue médico municipal oficial de Basilea. En este periodo procuró actuar clara y perentoriamente a favor de los enfermos explotados por farmacéuticos y comerciantes de medicinas, intentando demostrar cómo, desde el poder político, aunque fuera en el ámbito municipal, se podía impartir justicia social y aunque fuera poniéndose en contra de potentes colectivos, como los farmacéuticos, y de poderosísimas compañías comerciales que negociaban con fármacos. De entrada, poco después de tomar posesión del cargo de médico municipal, viendo que muchas farmacias de la ciudad no reunían unas mínimas condiciones, pidió al consejo municipal que se exigiera a estos establecimientos la obtención de una licencia municipal, que estuvieran sujetas a su supervisión y que a él le fuera permitido inspeccionarlas regularmente y examinar si los componentes de los medicamentos eran correctos o no y de esta manera poder evitar que los farmacéuticos pidieran precios excesivos para sus bienes.
Paracelso había observado y denunciado anteriormente cómo los farmacéuticos estaban confabulados con los médicos para estafar a la gente con precios desorbitados para las medicinas. 12 Además, deploraba el empleo de gente no cualificada y de niños en las tiendas de las farmacias, y reclamaba que a los apotecarios se les exigiera pasar un examen antes de que pudieran ejercer su profesión. Todo ello puso, lógicamente, a los farmacéuticos y al colectivo médico radicalmente en su contra. 13 La facultad de medicina respondió a estas exigencias de Paracelso llamándolo mentiroso e imbécil. 14 Desgraciadamente, esta oposición, como vimos en el capítulo dedicado a su actuación médica, fue decisiva para que lo expulsaran de Basilea, con lo cual apenas tuvo tiempo de conseguir aplicar todas las medidas propuestas para corregir los abusos de farmacéuticos y médicos.
Sin embargo, no desfalleció en su intento de impartir justicia en este campo, aunque esto le supusiera otro importante conflicto con los farmacéuticos y los comerciantes de medicinas. Fue en Nuremberg, entre 1529 y 1530, un año después de huir de Basilea, cuando publicó en primer lugar un tratado corto que recogía sus ideas sobre la cura de la sífilis, y más tarde un extenso trabajo titulado Ensayo sobre la enfermedad francesa [refiriéndose a la misma sífilis], con el subtítulo Sobre impostores, donde criticaba sobre todo a los comerciantes, pero también a la jerarquía eclesiástica que les respaldaba, por aprovecharse de los enfermos sifilíticos a los que se prometía la curación con un tratamiento a base de un licor o aceite que se extraía de la madera de guaiac. 15 La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual infecciosa que en aquella época se había convertido en una auténtica pandemia. El alto precio que se podía llegar a pedir por la madera de guaiac abrió un provechoso mercado que explotaron grandes comerciantes como los Fuggers. Esta familia había conseguido un monopolio sobre la venta de esta madera, la cual importaba de Sudamérica. La empresa de los Fuggers se había convertido en la compañía comercial más poderosa del mundo. 16 En un tratado corto, titulado Acerca de la madera de Guaiac, Paracelso afirmó que éste era un remedio de malos curanderos y, como alternativa, aportaba novedades médicas para curar la sífilis. Con lo cual se puso radicalmente en su contra a los comerciantes Fuggers, además de a sus aliados médicos y farmacéuticos. 17
La reacción de éstos no se hizo esperar. De entrada a Paracelso se le prohibió publicar nada más en Nuremberg. Tenía preparada ya la continuación del Ensayo sobre la enfermedad francesa, pero el censor municipal, que también estuvo influido por los indignados mandatarios de la facultad de medicina de la ciudad, no le permitió su publicación. De nada valieron los apoyos que recibió. 18 Se prohibió por decreto la impresión de sus planeados ocho libros sobre enfermedades francesas. El decreto estaba basado en la opinión del decano de la facultad de medicina de Leipzig, que era parte interesada en el negocio de la guaiac y amigo de los Fuggers. 19 No sirvieron tampoco de nada las cartas que Paracelso mandó al consejo municipal de Nuremberg pidiendo que le dejaran publicar por el bien de la gente y de la verdad los libros sobre sífilis y que antes de prohibirle sus libros le dejaran discutir con expertos sobre el tema. No recibió ninguna respuesta. Finalmente, desafiando a los censores, publicó uno de los libros prohibidos, con lo cual tuvo que huir de Nuremberg si no quería ser apresado. 20 Paracelso quería dejar claro que el licor de guaiac no era recomendable para tratar esta enfermedad, como tampoco lo era el uso indebido común del mercurio. Quería enseñar cómo evitar el “mercurialismo” y mostrar su uso curativo, evitando el efecto tóxico del metal a través de dosis cuidadas y el uso de preparados de mercurio menos tóxicos. 21 Pero otra vez la oposición de los poderosos pudo más que su valentía y acabaron silenciándolo, no permitiéndole publicar sus tratados y descalificándolo rotundamente para expresar opiniones sobre temas que concernían a los intereses comerciales de poderosas compañías y farmacéuticos.
Continuará…
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Bibliografía:
- PAGEL, Walter:Paracelsus. An introduction to Philosophical Medicine in the Era of the Renaissance, Basilea (Suiza): Karger, 1982: p. 40.
- BALL, Philip:The Devil’s Doctor. Paracelsus and the world of Renaissance magic and science, Nueva York: F.S.G., 2006: pp. 127-128.
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- PAGEL, Walter,Paracelsus…:40-41; BALL, Philip, The Devil’s Doctor...:104.
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- BALL, Philip,The Devil’s Doctor...:134; PAGEL, Walter, Paracelsus...:17.
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- HARTMANN, F.:The life of Paracelsus, London: Kegan Paul, Trench, Trübner & Co., s.f.: p. 6; BALL, Philip, The Devil’s Doctor...:206.
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- PAGEL, Walter,Paracelsus…:24; BALL, Philip,The Devil’s Doctor...:230.
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- MROSEK, Sabine:«La vida deParacelsus» en Paracelsus. Health & Healing, núm. 3: 2004: p. 4.
- BALL, Philip,TheDevil’s Doctor...:231-232.
- PAGEL, Walter,Paracelsus…:24.
- BALL, Philip,TheDevil’s Doctor…:232-233.
- PAGEL, Walter,Paracelsus…:24.
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