Un Verdadero Gran Reformador Médico, Religioso y Social del Siglo XVI
Constante peregrinaje
Además de los países ya citados hasta ahora, en este período de 1515-1524 recorrió al menos España, Francia, Inglaterra, Turquía, Grecia, Egipto y llegó hasta Oriente Medio.
En España, entre 1517 y 1518, visitó los que habían sido durante buena parte del período medieval los principales centros de la cultura árabe en la península ibérica: Córdoba, Sevilla o Granada. Los restos de la cultura árabe eran una atracción para cualquier interesado en alquimia como Paracelso. Visitó también Santiago de Compostela, el destino final del largo y muy concurrido camino europeo de peregrinaje que precisamente pasaba por su población natal de Einsiedeln, en Suiza. El teólogo Erastus dijo que en España Paracelso aprendió magia y química debido a la popularidad de los trabajos de los alquimistas y médicos medievales Juan de Rupescissa y Arnau de Vilanova.1
Después cruzó Francia hacia el norte y llegó a París entre 1518 y 1519. En esta ciudad -el bastión de la medicina por aquellos tiempos- ya desafió a todo el sistema médico y a las autoridades de su tiempo. Curó casos de cáncer que habían sido desahuciados por médicos oficiales y acabó afirmando que éstos “despreciaban a los médicos forasteros cuando ellos no eran más que unos completos ignorantes”.2 Luego, siguiendo posiblemente las huellas que el monje franciscano alquimista del siglo XIII Roger Bacon había ido dejando aquí y allá,3 se dirigió hacia Inglaterra, donde visitó el Londres de los Tudor antes de la reforma religiosa de Enrique VIII. Vio minas de estaño en Cornwall y minas de plomo en Cumbria y visitó la famosa universidad de Oxford. Navegó hasta Irlanda y luego a Escocia y Yorkshire.4 Regresó al continente y, siguiendo más o menos la línea litoral del Mar del Norte, saltó a la ya nombrada Suecia en 1520. Después de participar en una guerra ya mencionada en este país, según algunas fuentes no del todo fidedignas, después de visitar la universidad de Uppsala y las minas de cobre en Falun, viajó rumbo al norte más allá del círculo ártico en las tierras de hielo y del sol de media noche, “buscando tesoros escondidos”.5
Entre 1520 y 1521 llegó a Moscú invitado por el zar. Sin embargo, después de dejar esta capital y cuando aún se encontraba en Rusia en medio del escenario bélico entre rusos y tártaros, fue hecho prisionero por estos últimos. Pero gracias a sus capacidades y habilidades como médico, hizo amistad con un príncipe de este pueblo asiático que lo protegió y se lo llevó hasta Constantinopla a través de Ucrania y Crimea. Según Van Helmont, en esta ciudad turca –ahora bautizada como Estambul–, Paracelso recibió de manos de un mago la piedra filosofal.6 Otros dicen que en esta ciudad aprendió cábala.7 Pero antes, durante su cautividad con los tártaros, aprendió mucho de las tradiciones de este pueblo y de su medicina chamánica, arraigada -según el mismo Paracelso- en “la fe y la imaginación”, así como en los remedios florales y de hierbas. Siempre estimó el tiempo que pasó con los tártaros como providencial.8 Incluso hubo rumores de que Paracelso se sometió a un rito de iniciación chamánica y de que fue introducido en doctrinas secretas por maestros de ocultismo orientales. De hecho, como después veremos, hay mucha similitud entre el sistema paracelsiano y el de los adeptos orientales. El mismo Pagel dirá que Paracelso no se entiende sin la helenística mezcla de ideas y simbolismo judío, cristiano, griego y oriental, tal como se expresaba en el neoplatonismo, el gnosticismo, la cábala, la alquimia, la astrología y la magia. Fueron los humanistas renacentistas los que revivieron estas fuentes justamente antes y durante la época en que vivió Paracelso.9
Desde Turquía siguió su peregrinaje hacia la Grecia de los grandes filósofos y Creta. Aquí cruzó el mar Mediterráneo para llegar a la costa egipcia. Visitó Alejandría, cuna de la alquimia en el norte de África, y encontró de primera mano las tradiciones místicas que informaron en parte su filosofía: neoplatonismo y gnosticismo. Escribió sobre los médicos alejandrinos y dijo que en Egipto recibió “instrucciones mágicas”. En 1522 cruzó el golfo de Aqaba y a lo largo de una ruta comercial y de peregrinos llegó a Palestina y a la ciudad santa de Jerusalén.10
A principios de 1523 llegó a Atenas, después de visitar las islas de Chipre, Rodas, Samos y las Cícladas. En Grecia visitó el templo del oráculo de Delfos.11
El invierno de 1523 a 1524 cruzó los Alpes para regresar nuevamente a la casa de su padre en Villach. Sin duda, después de nueve años de largos y dolorosos viajes, aunque tremendamente instructivos y formativos, ya era un Paracelso iniciado, preparado para llevar a cabo en el corazón de Europa magnos objetivos en reformas médicas, sociales y espirituales.
Continuará…
Bibliografía:
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor. Paracelsus and the world of Renaissance magic and science, Nueva York, F.S.G., 2006: p.74, 93, 353.
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor…: p.93. + MROSEK, Sabine, “La vida de Paracelso” en Paracelsus. Health & Healing, Nº 1, 2003: p.5
- RIVIÈRE, Patrick, Paracelso. Médico-alquimista, Barcelona, De Vecchi, 2000: p.18.
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor…: p.93.
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor..: p.94-95.
- HARTMANN, F., The life of Paracelsus, London, Kegan Paul, Trench, Trübner & Co., s.f.: p.4.
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor…: p.147.
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor…: p.96.
- PAGEL, Walter, Paracelsus. An introduction to Philosophical Medicine in the Era of the Renaissance, Basilea (Suiza), Karger, 1982: p.39
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor…: p.97-98.
- BALL, Philip, The Devil’s Doctor…: p.98-99.
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