Paracelsus, un Verdadero Gran Reformador Médico, Religioso y Social del Siglo XVI
2. Las primeras etapas de su vida y sus largos viajes de aprendizaje (1493-1523)
2.1 Nacimiento y familia de origen
Paracelso nació el 17 de diciembre de 1493 1 en un pequeño valle suizo, muy cerca de la población de Einsiedeln (en la región de Zurich), renombrado centro de peregrinación en el corazón de Europa, en el camino de Santiago. La casa donde nació, y en la que pasó su infancia, se halla situada a orillas del río Sihl, cerca del puente conocido como “El Puente del Diablo”. Fue el único hijo que tuvieron sus padres -Elsa Oschner y Wilhelm Bombast Von Hohenheim-, 2 los cuales se habían casado el año anterior, en 1492. Fue el mismo año en que su padre se había establecido en Einsiedeln como médico principal de la comarca con formación académica, y en que se supone que conoció a su futura esposa. Ésta era enfermera y supervisora del hospital del monasterio de Einsiedeln, el mismo pueblo donde había nacido. Aunque desgraciadamente su madre falleció cuando Paracelso tenía tan solo 8 años, la profesión de sus progenitores influyó sin duda en su vocación por el arte de curar. Paracelso veneró siempre a sus padres. A pesar de las dificultades que tuvo que afrontar ya de niño, y de las que más adelante hablaremos, recordó siempre a su familia como “tranquila y pacífica”. 3 Su padre, sobre todo después del fallecimiento de su madre, se convirtió en su gran maestro y profesor en todos los sentidos, especialmente, claro, como médico, pero también como científico naturalista y alquimista, pues también fue muy reconocido en estos aspectos, los cuales Paracelso integrará más tarde dentro del arte de la sanación.
Padre y maestro
Su padre fue un erudito humanista que supo contagiar a Paracelso las ansias por el conocimiento científico. Como buen humanista estudió y tuvo un buen conocimiento del latín, medicina, alquimia, teología y botánica. Precisamente bautizó a su hijo con el nombre de Theophrastus por la devoción y admiración que sentía por el sabio griego Theophrastus de Eresos (372-287 a.C.), un filósofo discípulo de Aristóteles que fue famoso por sus investigaciones en botánica. 4 Pero fue la medicina la disciplina que Paracelso heredó mejor de su padre. Ya de niño, Paracelso intentó estar siempre muy próximo al trabajo de su padre: lo acompañaba en sus visitas a los enfermos y estaba también a su lado cuando preparaba tinturas, esencias y destilaba elixires para los peregrinos que esperaban ser curados. Su padre realizaba gran número de experimentos en el pequeño laboratorio que había construido en su residencia. 5 Por ello Paracelso, que no se perdía estos experimentos, obtuvo sus primeros conocimientos de alquimia, cirugía y medicina de su padre, a quien no le costó aceptar a su hijo como su principal discípulo. También le enseñó historia natural y minería. 6 Paracelso siempre reconoció lo que le enseñó su padre y continuamente se acordó de que éste fue su primer profesor. Siempre honró la memoria de su progenitor y constantemente habló de él en términos muy amables, recordando todo lo que había hecho por él y agradeciendo que nunca lo hubiera abandonado. 7 Por ello él tampoco lo quiso abandonar del todo cuando empezó su perpetuo peregrinaje por Europa y el mundo en 1507. Hasta su muerte en 1541, al menos en dos ocasiones -en 1512 y entre 1523 y 1524- regresó al hogar de su padre. Fueron unas visitas realizadas tanto por amor como por deber de hijo. La segunda visita se prolongó más de medio año -desde finales de 1523 al verano de 1524-. Quizás Paracelso sabía que sería la última vez que vería a su padre con vida, el cual moriría en 1534. En 1538 Paracelso quiso regresar de nuevo a la población donde murió su padre para visitar su tumba. 8 De hecho, sus padres fueron los únicos parientes próximos que tuvo, pues ni se casó ni tuvo nunca hijos. Sus únicos hijos o hermanos fueron, en todo caso y tal como él los consideraba, sus discípulos y la infinidad de gente a la que asistió como médico o como simple ciudadano. Las difíciles vicisitudes por las que tuvo que pasar a lo largo de su vida, como veremos, difícilmente le hubieran permitido ofrecer como esposo o padre una vida mínimamente estable a sus supuestos familiares.
Las dificultades en la infancia
A pesar del buen entendimiento y estimación entre padre e hijo, Paracelso vivió unas tremendas dificultades personales desde muy pequeño, acentuadas con la muerte de su madre. Él mismo afirmó en una ocasión que “creció en gran miseria”. Seguramente se refería a las penalidades económicas que tuvo que soportar su familia, agravadas por la forzada emigración a Austria en 1499, cuando él contaba sólo 5 años, a causa del estallido de la cruenta guerra de Suabia. Tardaron tres años en encontrar un lugar de residencia fija. Finalmente, se aposentaron en la población austríaca de Villach, en la región de Carintia, donde su padre trabajaría durante 32 años -hasta su muerte– como médico de la población. Probablemente fue durante este angustioso período de interinidad de tres años cuando Paracelso sufrió raquitismo, un debilitamiento de los huesos causados por deficiencia de vitamina D, a menudo como resultado de falta de huevos y leche en la dieta. 9 Por otro lado, la familia -al menos mientras Paracelso fue un niño- nunca disfrutó de bienestar económico. Los salarios de un médico rural de la época eran muy pobres. De poco le sirvió proceder de familia noble y muy antigua de Suabia. Era una familia muy conocida en la zona. Se apellidaban Bombast, y a este nombre le añadían “de Hohenheim” porque su residencia antigua había sido un castillo conocido como Hohenheim, cerca de la villa de Plinnigen, cerca de Stuttgart, en Würtemberg. El abuelo paterno de Paracelso, que había conseguido un alto rango en la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén y había participado como comandante en una cruzada en Tierra Santa en 1468, empobreció cuando perdió su herencia por un fallo de la Alta Corte de Justicia contra él por una denuncia a causa de un embrollo político. 10 El padre de Paracelso pudo estudiar, pero tuvo que matricularse como “pobre” en la universidad, concretamente en la de Tubinga, en 1481. 11 Probablemente también por problemas económicos, no pudo terminar sus estudios en esta ciudad alemana, con lo cual no obtuvo la calificación formal de médico. Cuando llegó a Einsiedeln, donde nacería Paracelso, para ejercer de médico, lo hizo sin apenas contar con nada en el bolsillo. Y probablemente nunca disfrutaría de una posición económica acomodada, puesto que sólo pudo dejar a su hijo como herencia la escritura de una modesta finca que procedía de los magistrados de la población de Villach, donde trabajó y vivió, como dijimos, la última etapa de su vida. 12
De hecho, las difíciles condiciones de vida que tuvieron que afrontar Paracelso, desde su más tierna infancia, y su familia no fueron excepcionales en la sociedad en que les tocó vivir. Las guerras, el hambre, la miseria y las enfermedades desgraciadamente estuvieron muy extendidas en aquella época de crisis general en que el mundo occidental vivió el ocaso de la Edad Media. Había enfermedades por todos lados: peste -algunas de las cuales podían destruir la vida de la mitad de la población de las ciudades y dejar los campos desiertos-, cólera, disentería, tuberculosis, lepra, sífilis… Los niveles de sanidad, higiene y dieta eran tan bajos que a comienzos del siglo XVI la mortalidad infantil de los niños menores de un año sobrepasaba en Europa el 50%, siendo muy pocos los adultos que llegaban a cumplir los 50 años. El mismo Paracelso murió a los 47. La gente se alimentaba fundamentalmente de cereales (trigo, centeno, cebada, avena y mijo). Los productos lácteos, la sal y el azúcar eran muy caros. 13
Las guerras favorecían el mantenimiento de una esperanza de vida muy baja. Paracelso vivió prácticamente siempre en países en estado de guerra, sobre todo a causa de la gran crisis social y religiosa que supuso el traumático rompimiento de la unidad religiosa católica por parte de los protestantes en el mundo germánico durante la primera mitad del siglo XVI. Pero también vivió guerras más propiamente políticas, como la que sufrió en su infancia en 1499, la guerra de Suabia, cuando los cantones suizos quisieron y consiguieron independizarse del gobierno del emperador Maximiliano, del Sagrado Imperio Romano. A causa del desenlace de esta guerra, la familia de Paracelso, los Hohenheim, se convirtieron en enemigos extranjeros, pues procedían de Suabia y se encontraron de repente residiendo en territorio extranjero -en Suiza-. Aunque la guerra duró sólo hasta 1500, los Hohenheim muy probablemente se vieron forzados a emigrar a causa de los odios entre regiones, y escogieron Austria como su destino. Para Paracelso fue el inicio de su constante e interminable vagar por el mundo, sobreviviendo a conflictos bélicos, sociales, económicos y religiosos, hasta su muerte.
Continuará…
Compilado por Jordi Pomés
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