Un Verdadero Gran Reformador Médico, Religioso y Social del Siglo XVI
Introducción II
De alguna manera, con la enumeración de estas cualidades personales (ver parte I), Paracelso se estaba describiendo a sí mismo. Lo intentaremos demostrar a lo largo de este estudio. Pero adelantemos algunas de sus principales aptitudes y valores como persona más allá de las que tuvo como médico. Nunca, por ejemplo, dejó de curar a los pobres aunque no pudieran pagarle. Y es que tuvo unos impulsos espontáneos hacia la beneficencia, el altruismo y la moderación. En su lápida funeraria también podemos leer hoy que Paracelso fue “aquél que se honró a sí mismo por haber distribuido todas sus posesiones entre los pobres”. Esto fue lo que realmente hizo y dejó por escrito en su testamento. Adquirió grandes compromisos para mejorar la situación de los pobres, y por ello su vida y su trabajo se convirtieron en una permanente lucha sin descanso contra los privilegiados, contra los poderosos y en general contra las injusticias sociales. Y en esta ardua labor no le importó perder amistades o influencias o incluso exponerse a condenas a muerte. Nunca le guio el objetivo de conseguir dinero o poder. Sus conocimientos y su destreza en el arte de curar pudieron haberle permitido una vida económica y socialmente tranquila y reposada. En cambio, vivió la mayor parte de su vida como un pobre, sin residencia fija y sin propiedades, pero siempre dispuesto a prestar servicio a los necesitados, fueran quienes fueran. Trabajó sin descanso y con humildad hasta su muerte.
Nunca aceptó renunciar a sus principios y a su reformadora obra médica y social. Fue quizás lo único a lo que no renunció, sin importarle proclamar enérgica y valientemente sus nuevas ideas y actuar en consecuencia. Y fue precisamente esta fidelidad la que le comportó ser acosado, vejado y amenazado por muchos e importantes enemigos, especialmente los médicos académicos y apotecarios con intereses creados en la tradición particular que él deliberadamente desafió. Esto le supuso la marginación social y académica e incluso la persecución política y judicial. Toda su vida sufrió una persecución constante y agotadora por parte de los poderosos. No le perdonaron que intentara acabar con los axiomas de los filósofos especulativos de su época y de los médicos ortodoxos, basados aún en la medicina escolástica medieval, cuyos máximos representantes eran sobre todo Galeno, Avicena, Mesua y Rhases.1 Ni le perdonaron que pretendiera acabar con los privilegios económicos sustentados en abusos de poder.
Por ello, también sufrió persecución en forma de acusaciones peligrosas y sospechas que se lanzaron sobre él para despreciarlo, humillarlo o incluso condenarlo a la máxima pena. Las acusaciones más graves de que fue objeto fueron las de hechicería de diversas clases, incluyendo supuestos trabajos con medios demoníacos, y la de herejía arriana.2 En aquella época ambas imputaciones eran delitos que merecían la muerte. Por suerte, pudo escapar siempre a los que pretendían juzgarlo por estos delitos, aunque su obra, sobre todo la escrita, sí se resintió de estas acusaciones, pues tuvo muchísimos problemas con la censura eclesiástica y civil. Por ello buena parte de esta obra escrita no se pudo publicar hasta después de su muerte.
En muchos casos no le valió el estilo enigmático para escapar de esta censura. Por el contrario, en algunas ocasiones, este estilo sirvió para ser acusado de escribir desvaríos ininteligibles bajo los efectos de alguna intoxicación o de alguna demencia. Precisamente otra de las acusaciones más difundidas contra Paracelso es la de que fue un borracho. También se le acusó, siempre con poco fundamento, de ser muy sucio, sobre todo porque decían que no se quitaba la ropa ni para dormir, o de que era muy gruñón, vanidoso, orgulloso o de que tuvo muy “mal carácter”3 y que por ello tuvo que afrontar tantos conflictos en su vida: conflictos con médicos, con académicos, con farmacéuticos, con autoridades civiles y religiosas, incluso con monarcas, con personas adineradas… Pero creemos que todas estas acusaciones carecieron de fundamento: la de ser borracho sin duda partió de sus frecuentes visitas a las tabernas con la intención de acercarse a la gente más humilde y marginada. En algunas ciudades las autoridades locales expresaron su oposición a la asistencia de Paracelso a las tabernas porque decían que éste aprovechaba para predicar en ellas, y le insultaban llamándole borracho y agitador.4 En una ocasión, él mismo se defendería de esta acusación de la siguiente manera: “Me denunciáis porque a veces digo la verdad en tabernas y hostales contra peregrinajes inútiles a las iglesias, festivales lujuriosos, plegarias y ayunos vanos, limosnas, diezmos, confesiones, sacramentos y reglas y observaciones sacerdotales. Me acusáis de borracho porque decís que las tabernas no son apropiadas para la verdad. Pero calláis y os place cuando en las tabernas aviso a la gente que os haga ofrendas. Si esto es correcto en los hostales, entonces admitid que la verdad también se puede decir en los hostales”.5
Su gran compromiso social y profesional con la gente humilde le apremiaba a aproximarse y relacionarse con ella, aunque ello le obligara a visitar lugares de mala reputación o “poco salutíferos o higiénicos”. Precisamente la acusación de ser poco limpio también estaba relacionada con estas visitas. Sólo que en este caso se debe tener en cuenta sobre todo su casi perpetua condición de peregrino sin casa ni techo fijo, lo cual facilitaba que muy a menudo tuviera un aspecto de vagabundo. Por otro lado, algún autor ha relacionado esta última acusación con el hecho de que cuando emprendía algo, apenas comía, bebía o se aseaba hasta que no hubiera terminado su trabajo.6
También le falta fundamento a la relación de su presunto “mal carácter” con sus conflictos con las autoridades. A partir de un análisis serio de su vida se puede llegar fácilmente a la conclusión de que la gran mayoría de los conflictos que tuvo que afrontar se debieron más a sus posicionamientos reformistas -que amenazaban socavar los privilegios de los poderosos– que no a su carácter. Ciertamente que su naturaleza enérgica, activa y valiente, acompañada de comportamientos a veces poco convencionales, pudo dar una imagen poco sociable o intransigente del insigne médico. Y más cuando se asoció a Paracelso con disputas, luchas y enfrentamientos con las autoridades. Pero en ningún caso estas disputas derivaron de su naturaleza conflictiva, sino de su lucha por la verdad científica y la justicia social. Lo intentaremos demostrar a lo largo de este estudio.
Desafortunadamente, incluso después de su muerte, su figura y obra continuaron siendo de poco agrado por parte de las autoridades políticas, religiosas y científicas. Según el historiador Charles Webster, Paracelso ha sido el único entre los mayores pensadores de la revolución científica que no ha sido absorbido dentro del sistema del conocimiento moderno, manteniendo su estatus como outsider e iconoclasta.7 Su filosofía hermética y ocultista, que le llevaba a reunir en sus teorías elementos considerados como místicos y mágicos con otros valorados como científicos, lo acabó invalidando dentro de la historia “oficial” de la ciencia. Y en la actualidad ésta sigue teniendo muchos reparos en reconocer a Paracelso y su obra como verdaderamente científicos, a pesar de que no hay duda de que su pensamiento médico y científico incidió positivamente en la medicina que se practicó a partir del siglo XVII y hasta nuestros días.
Continuará…
Compilado por Jordi Pomés
Contacto:
jordi.pomes@uab.es
Bibliografía:
1 MROSEK, Sabine: “La vida de Paracelso” en revista Paracelsus Health & Healing Nº 2, 2003-2004: pág. 5
2 JUNG, Carl G., Paracélsica, Barcelona, Kairós, 1988: pág. 13
3 BALL, Philip: The Devil’s Doctor. Paracelsus and the world of Renaissance magic and science. Nueva York, EE.UU.: F.S.G., 2006: pág. 14, 199, 324-325
HARTMANN, F.: The life of Paracelsus. Londres, Inglaterra: Kegan Paul, Trench, Trübner & Co., s.f.: pág. 15-16 4 PAGEL, Walter: Paracelsus. An introduction to Philosophical Medicine in the Era of the Renaissance, Basilea, Suiza: Karger, 1982: pág. 26.
5 BALL, Philip: The Devil’s Doctor…: pág. 321
6 BALL, Philip: The Devil’s Doctor…: pág. 199
7 BALL, Philip: The Devil’s Doctor…: pág. 14
– KUMAR, K. Parvathi: Paracelsus. El iniciado. Einsiedeln, Suiza: Conferencia realizada en diciembre de 1999 (inédito)
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