Organon – El Arte de la Curación
§ 234
Los estados morbosos en apariencia apiréticos, típicos, que periódicamente se presentan en una sola persona en tiempo fijo (no aparecen con frecuencia esporádica o epidémicamente) siempre pertenecen a las enfermedades crónicas. En su mayor parte son puramente psóricas, rara vez complicadas con la sífilis y se tratan con éxito con los mismos medios; no obstante, es necesario algunas veces emplear como remedio intercurrente una pequeña dosis de una solución potentizada de Cinchona, con el fin de extinguir por completo su tipo intermitente.
Esta clase de enfermedades no son esporádicas o epidémicas. Aquellas que no tienen fiebres son enfermedades crónicas, relativas a la Psora y no tienen ninguna relación con la sífilis. El tratamiento debe ser como se ha explicado anteriormente; pero aquí hay una particularidad. Junto con los otros medicamentos, se debe utilizar en el tratamiento una alta dosis de tintura de corteza de Cinchona, como un agente intercurrente. Entonces se rompería y extinguiría la periodicidad.
Explicación:
Cinchona significa quinina. En homeopatía, le llaman «China«. Si esta se usa en alta potencia una o dos veces, la periodicidad se corta y la curación se lleva acabo fácilmente. En este caso la enfermedad puede no tener ninguna relación con la similitud de los síntomas de China. El medicamento principal que se utiliza para curar la enfermedad, es distinto del medicamento antipsórico que tuviera similitud con la enfermedad. En medio de la posología del medicamento principal, se debe utilizar China en potencias altas de 10M, 50M, CM, según la conveniencia.
Puede surgir una duda sobre cómo se puede utilizar China sin la similitud. Aquí, no ser similar significa que no hay similitud con los síntomas pequeños y sin importancia. Tiene una similitud definida con el síntoma principal y primario, i.e. la periodicidad, pues la enfermedad producida por China tiene la cualidad de la periodicidad.
§ 235
Respecto a las fiebres intermitentes1, que prevalecen esporádica o epidémicamente (no las que se presentan endémicamente en lugares pantanosos), a menudo encontramos que cada paroxismo está compuesto de dos estados alternantes y opuestos (calor y frío – frío y calor), más frecuentemente de tres (frío, calor y sudor). Por consiguiente, el remedio elegido para combatirlas de entre la clase general de los experimentados (comunes, no antipsóricos) debe ser capaz de producir en el cuerpo sano (y los remedios de esta clase son los más seguros) dos (o los tres) estados similares alternantes; o al menos debe corresponder por la similitud de sus síntomas, de la manera más homeopática posible, al estado alternante más fuerte, más marcado y más peculiar (ya sea al periodo de frío, de calor o de sudor, cada uno con sus síntomas accesorios, según que sea uno u otro de los estados alternantes más fuerte, más marcado y más peculiar). No obstante, los síntomas del paciente durante los intervalos de apirexia, deben ser las principales guías para encontrar el remedio homeopático2 más apropiado.
1 La patología hasta ahora en voga, que todavía está en la etapa de infancia irracional, sólo reconoce una sola fiebre intermitente, también llamadas fiebres palúdicas, y no admite variedades que las constituidas por los intervalos diferentes en los que se repiten los paroxismos: cotidiana, terciana, cuartana etc. Pero hay diferencias mucho más importantes entre ellas que las marcadas por los períodos de su repetición; hay variedades innumerables de estas fiebres, algunas de las cuales ni siquiera pueden ser denominadas (fiebres palúdicas), ya que sus ataques consisten únicamente en calor; otras se caracterizan sólo por el frío, con o sin transpiración subsecuente; aun otras exhiben frialdad general de la superficie, con una sensación de calor local, o bien mientras el cuerpo se siente caliente por fuera, el paciente siente frío; otras, en las que un paroxismo consiste en su totalidad en un rigor o simple frialdad seguidos de un intervalo de la salud, mientras que el siguiente consiste sólo en calor, seguido o no de transpiración; otras en las que el calor viene primero y la etapa de frío no aparece hasta que el calor no se ha ido; otras, en las que después de una etapa de frío o calor se produce apirexia, y luego llega la transpiración como un segundo ataque, a menudo muchas horas más tarde; otras, en las que ninguna transpiración aparece en absoluto, y aun otras en las que todo el ataque consiste en sólo transpiración, sin ninguna etapa fría o caliente, o en las que la transpiración sólo está presente durante el calor; y hay otras diferencias innumerables, sobre todo en lo que respecta a los síntomas accesorios, tales como dolor de cabeza de un tipo peculiar, mal sabor de boca, náuseas, vómitos, diarrea, adipsia o sed excesiva, dolores peculiares en el cuerpo o las extremidades, desequilibrios del sueño, delirios, alteraciones del humor, espasmos, etc., antes, durante o después de la etapa de sudoración, y un sinnúmero de otras variedades. Todas estas son manifiestamente fiebres intermitentes de muy diferentes tipos, cada una de las cuales, como naturalmente podría suponerse, requiere un tratamiento especial (homeopático). Hay que confesar que casi todas pueden ser suprimidas (como se hace a menudo) por enormes dosis de corteza y de su preparación farmacéutica, el sulfato de quinina; es decir, su recurrencia periódica ( su tipo), puede ser extinguido por ella, pero los pacientes que sufren de fiebres intermitentes para los cuales la corteza de quina no es adecuada, como es el caso con todas esas fiebres intermitentes epidémicas que atraviesan países enteros e incluso distritos montañosos, no recuperan la salud con la extinción del acceso o tipo de fiebre; por el contrario, ahora pueden seguir enfermos de otra manera, y peor aún, a menudo mucho peor que antes; se ven afectados por peculiares discrasias quinicas crónicas, y apenas pueden recuperar la salud, incluso con un tratamiento prolongado por el verdadero sistema de la medicina – ¡y sin embargo eso es lo que llaman curar!
2 El Dr. Von Boenninghausen, que ha prestado más servicios a nuestro sistema benéfico de medicina que cualquier otro de mis discípulos, ha dilucidado mejor este tema, que exige mucho cuidado, y ha facilitado la elección del remedio eficaz para las diversas epidemias de fiebre, en su trabajo titulado Versuch einer homoopathischen Therapie der Wechselfieber (Pruebe un tratamiento homeopático de la Fiebre Intermitente), 1833, Munster en Regensberg.
En las enfermedades esporádicas e intermitentes, hay dos etapas claramente opuestas, que van y vienen, por ejemplo, frío y calor o calor y frío. En otras palabras, cada ataque de malaria produce pares de síntomas opuestos. Estos pares de opuestos forman su sucesión, en un orden regular o irregular. Primero viene el frío, a partir de entonces el calor; cuando ese efecto retrocede, viene el calor y después el frío. De la misma manera, se producen las tres etapas de frío, calor y sudoración. El medicamento que se selecciona debe poseer similitud con el orden anterior. Eso quiere decir, el orden de frío y calor, o calor y frío o las tres cualidades de frío, calor y sudoración. Se requiere el medicamento que cumpla el mismo orden. Esta es una variedad de similitud. La segunda variedad de similitud es que fuera de las etapas anteriores, se debe observar la etapa prominente y más peculiar. La similitud se ha de alcanzar sobre la base de la etapa peculiar, como se ha dicho anteriormente, y los síntomas colaterales. El medicamento seleccionado debe ser uno de los medicamentos no antipsóricos de la clase general de los remedios. Hay otro aspecto importante: La condición del paciente durante el período de intervalo, se debe considerar en primer lugar en la selección del remedio homeopático más destacado.
§ 236
El momento más apropiado y eficaz para administrar el medicamento en estos casos, es inmediatamente o muy poco después de la terminación del paroxismo, tan pronto como el enfermo se hubiese recobrado en algún grado de sus efectos. Entonces tendrá tiempo de producir todos los cambios requeridos en el organismo para el restablecimiento de la salud sin grandes trastornos o conmoción violenta. Si se da el medicamento, aun cuando sea específicamente apropiado, inmediatamente antes del paroxismo, coincidiendo con la reaparición natural de la enfermedad, causará tal reacción en el organismo y tan violento esfuerzo, que un ataque de esa naturaleza producirá al menos una gran pérdida de vigor, si es que no pone en peligro la vida1. Pero si el medicamento se da inmediatamente después de la terminación del acceso, es decir, en el período apirético y mucho tiempo antes de que se inicie el siguiente paroxismo, la fuerza vital del organismo está en la mejor condición posible para dejarse influenciar suavemente por el remedio, y así volver al estado de salud.
1 Esto se observa en los casos fatales, en ningún caso raros, en los que una dosis moderada de opium dado durante la etapa de frío produjo rápidamente la muerte.
En estas enfermedades, se debe seleccionar un momento conveniente y adecuado para administrar el medicamento. El medicamento debe usarse durante el período de remisión, es decir, después que la violencia de la fiebre se reduce, también después de que también los sudores hayan retrocedido, y durante el período de recuperación de la salud. Este es un estado en el que todos los síntomas de la enfermedad se retiran de una etapa violenta a la normalidad. Ese es el momento en que se desvanece la perturbación creada en el cuerpo. Entonces la enfermedad artificial del fármaco administrado también coincidiría con la periodicidad del siguiente paroxismo de la enfermedad natural. Si se deja pasar algún tiempo antes de la recaída de la enfermedad, la fuerza vital estará en una posición más favorable para recibir la fuerza adicional del medicamento y restablecer la salud.
Explicación:
El remedio homeopático se debe usar dentro de los minutos que siguen a la terminación de la condición aguda de una enfermedad como la malaria. Las ventajas de este uso son:
- Cuando se utiliza el medicamento después de la terminación de la agitación de la enfermedad natural, el cuerpo y la mente están bien preparados para recibir el efecto medicinal en un estado de reposo mejor que durante las condiciones agudas.
- Puesto que existe una similitud entre la enfermedad natural y la enfermedad artificial producida por el medicamento, la similitud con respecto a la periodicidad también se d Ambas enfermedades aparecen simultáneamente al tercer día. No se necesita experimentar separadamente el efecto de la enfermedad artificial.
- Antes del siguiente paroxismo, se dispone de mucho tiempo para que la fuerza vital reorganice la condición corporal tanto como sea posible con la ayuda del medicamento.
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