Organon – El Arte de la Curación
§ 228
En las enfermedades mentales y emocionales que resultan de una enfermedad corporal, que sólo pueden ser curadas por la medicina homeopática antipsórica en conjunción con un modo de vida cuidadosamente regulado, debe observarse escrupulosamente, por medio de un régimen mental auxiliar, un comportamiento psíquico adecuado hacia el paciente por parte de los que le rodean y del médico. A la manía furiosa debemos oponerle la calma intrépida y fría, la resolución firme; al triste lamento quejumbroso, una demostración muda de conmiseración en las miradas y gestos; a la locuacidad sin sentido, un silencio no desprovisto de atención; a la conducta repugnante y abominable y la conversación de un carácter similar, la falta absoluta de atención. Únicamente debemos tratar de evitar la destrucción y el daño de los objetos que rodean al paciente, sin reprocharle sus actos, y todo debe arreglarse de tal manera que evitemos la necesidad de cualquier castigo corporal o de tortura 1. Esto es muy fácil de efectuar, porque al administrar la medicina -en las únicas circunstancias en las que el empleo de la coacción podría justificarse- en el sistema homeopático, las pequeñas dosis de la medicina apropiada no ofenden al gusto, y por lo tanto pueden ser dadas al paciente en su bebida sin su conocimiento, de manera que cualquier compulsión es innecesaria.
Dr. Samuel Hahnemann.
1 Es imposible no asombrarse de la dureza de corazón y la indiscreción de los médicos en muchos establecimientos para pacientes de este tipo, quienes, sin tratar de descubrir el modo verdadero, único y eficaz de curar esa enfermedad, que es con medicamentos homeopáticos (antipsóricos), se contentan con torturar a estos pobres seres humanos dignos de toda compasión, con los golpes más violentos y otros tormentos dolorosos. Por este procedimiento inconsciente y repugnante se degradan a sí mismos por debajo del nivel de los carceleros de una casa correccional -que infligen tales castigos como les incumbe el deber a su cargo- solamente a los delincuentes, mientras que en los primeros aparecen de una conciencia humillante de su inutilidad como médicos, solamente para desahogar su despecho por la supuesta incurabilidad de las enfermedades mentales con esa dureza hacia los enfermos, lamentables inocentes que sufren, porque son demasiado ignorantes para ser de alguna utilidad y demasiado indolentes para adoptar un modo de tratamiento sensato.
Las afecciones mentales de las enfermedades psóricas con una salud corporal deteriorada no se curan con teorías sino con tratamiento antipsórico junto con hábitos de vida regulados. El comportamiento del médico y de los miembros de la familia del paciente también debe ser regulado. Debe crearse la fuerza mental necesaria y adecuada para efectuar una cura. Se debe mostrar calma y tranquilidad en los casos de locura delirante. Se ha de exhibir firme silencio, amor y afecto ante un abatido paciente mental que llora lastimeramente. En el caso de los pacientes que hablan sin sentido, la indicación es el silencio sin negligencia. En el caso de los pacientes con comportamiento aborrecible y utilizando un lenguaje sucio, se debe mostrar absoluta negligencia. Sólo tenemos que detenerlo si quiere estropear las cosas y golpear a las personas. Aún entonces, no se deben señalar las malas acciones. No hay necesidad de someterlos a sufrimientos o castigos físicos. La fuerza puede ser necesaria a veces sólo para administrar el medicamento. Incluso al ser la medicina pequeña y de sabor dulce, también se puede administrar con agua o leche sin que el paciente lo advierta, evitando así la aplicación de la fuerza.
§ 229
Por otra parte, la contradicción, las explicaciones vehementes, correcciones rudas y amonestaciones, así como también la condescendencia débil y tímida, están totalmente fuera de lugar con este tipo de pacientes; son modos igualmente perniciosos para el tratamiento de enfermedades mentales y emocionales. Pero estos pacientes se exasperan y sus padecimientos se agravan por el ultraje, el fraude y los engaños que puedan detectar. El médico y el cuidador siempre deben fingir que creen que ellos tienen la razón. Deben ser eliminadas todo tipo de influencias externas que perturben sus sentidos y su carácter. No hay diversiones para su espíritu sombrío, no hay distracciones saludables, no hay manera de instruir, no está el efecto calmante de la conversación, las lecturas u otras cosas, porque al alma que languidece o se irrita encadenada a un cuerpo enfermo nada la fortifica sino la curación. Solamente cuando vuelve la salud al cuerpo, irradia otra vez su mente con tranquilidad y bienestar.1
Dr. Samuel Hahnemann.
1 Nota al pie de la Sexta Edición solamente: El tratamiento de la locura violenta y melancólica sólo puede tener lugar en una institución especialmente dispuesta para su tratamiento, pero no dentro del círculo familiar del paciente.
Por otro lado, no se deben hacer discusiones contradictorias o explicaciones ansiosas y de tono elevado, señalando errores o sermoneando. La disposición al susto, la sumisión, la timidez, no deben en absoluto ser exhibidas. Tal comportamiento molesta al paciente y causa agravamiento. Los enfermos mentales tienen excesiva conciencia. Pueden captar fácilmente cualquier pequeño pensamiento de engaño o ideas hirientes. Sólo es deseable ganar su confianza comportándonos una manera creíble. El doctor así como también el asistente deben seguir estos principios.
En lo posible, se debe tener cuidado de ver que los alrededores estén libres de causas provocativas para los sentidos y la mente del paciente, después de todo, estos son seres humanos que sufren encadenados por la enfermedad y detenidos en una cárcel llamada cuerpo enfermo y están llorando lastimeramente. Ellos no tienen ningún medio para pasar el tiempo como nosotros. Sus almas nubladas no tienen ningún recurso placentero. Tampoco tienen buenos entretenimientos.
No hay ninguna posibilidad para ellos de conseguir buenas enseñanzas. No pueden relajarse en buenas discusiones. La lectura de libros no les es posible. A menos que se restablezca su salud, los rayos de la paz y la tranquilidad no se establecerán en sus mentes.
§ 230
Si el remedio antipsórico seleccionado para cada caso particular de enfermedad mental o emocional (hay una variedad increíblemente numerosa de ellas) fuese completamente adecuado homeopáticamente para el cuadro fielmente trazado del estado morboso, y si hubiera un número suficiente de este tipo de medicamentos conocidos con respecto a sus efectos puros, y siendo tan evidentemente perceptible el estado mental y moral que constituye el síntoma principal del paciente, entonces la mejoría más notable se realizará en un tiempo no muy largo -lo que no se hubiese producido medicando al paciente hasta la muerte con las grandes dosis a menudo repetidas de todos los demás medicamentos (alopáticos) inadecuados. De hecho, puedo afirmar con seguridad después de una larga experiencia, que la gran superioridad del sistema homeopático sobre todos los otros métodos imaginables de tratamiento; en ninguna parte se exhibe bajo una luz tan triunfante como en las enfermedades mentales y emocionales de larga duración que originalmente surgieron de enfermedades corporales o que se desarrollaron simultáneamente con ellas.
Dr. Samuel Hahnemann.
Los fármacos que son capaces de superar la psora y útiles para este tipo de pacientes mentales, son innumerables en la naturaleza. Deben ser honrados con pureza. Sus influencias deben ser entendidas con diligencia. Se requiere no escatimar esfuerzos incansablemente para encontrar los medicamentos adecuados. Es más fácil ya que hay síntomas mentales. El principal síntoma del paciente debe ser advertido en primer lugar. Si el tratamiento se realiza de esta manera, la recuperación de la salud se producirá en mucho menos tiempo. No es necesario hacerle tragar una droga inadecuada en las dosis más altas y ver su final. No hay otro método que funcione tan fácilmente en las enfermedades mentales prolongadas como el excelente tratamiento homeopático. Esto es pronunciado con confianza inquebrantable, basada en una experiencia abundante y variada.
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