El hombre, el morador interno, funciona a través de la forma que es esencialmente triple: mental, vital/emocional y física. La alineación del morador interno con la forma y su mecanismo tiene la clave para aliviar o enfermar. Es parecido a un hombre que está en un vehículo sofisticado. Tiene que conocer el mecanismo del vehículo para manejarlo sin problemas. El uso inapropiado del vehículo genera problemas. Los problemas no son sólo para el vehículo, sino también para su conductor. Del mismo modo el hombre, el morador interno, desconoce el mecanismo de la forma en la que mora, y cuando la usa, surgen las enfermedades. Por esta razón, los videntes dicen que la enfermedad es un aspecto de la ignorancia – la incapacidad para conocer o manejar el vehículo humano. Generalmente el hombre no distingue entre él mismo y su vehículo. Mientras que él es un eterno viajero, su vehículo es mortal y está obligado a decaer y morir.
El morador de la forma tiene la intención de usar la forma como medio para cumplir sus propósitos y objetivos. Haciendo eso, la forma debería utilizarse con el tierno cuidado que esta última necesita. Así como el jinete del caballo tiene que tener una comprensión amorosa del caballo, así también el hombre debe tener la comprensión amorosa del aparato triple, a saber: mente, sentidos y cuerpo. Debería saber cómo alimentar el cuerpo, cómo utilizarlo y cómo descansarlo, además de mantenerlo limpio en todo momento. Tiene que domesticar y ajustar el mecanismo para que se adecue a sus propósitos. Un caballo amistoso permite que el jinete complete el viaje. Incluso permite el logro de viajes aventureros. Así también un cuerpo amistoso permite que el morador interno realice el viaje de la vida, sin darle muchos problemas en el camino.
Cuando hay inhibiciones en el flujo correcto de los centros de energía, se establecen las enfermedades. La Ciencia de la Sabiduría dice que una rectificación inteligente en relación con el trabajo, la alimentación y el descanso, permite el restablecimiento de la salud. Si en vez de tales correcciones, uno recurre a tratamientos medicinales, se altera la armonía natural que prevalece entre el hombre y la forma. El hombre está intensamente preocupado en esta vida moderna, por lo que transmite incomodidad y sufrimiento al cuerpo físico denso. Sus ambiciones tendrán que adaptarse a la condición natural de su cuerpo. Del mismo modo, también debe adaptar el cuerpo a sus propósitos. No puede presionar demasiado al vehículo y lograr con ello resultados contraproducentes.
No sólo debe haber equilibrio en relación con la alimentación, el trabajo y el descanso, sino también un uso equilibrado de las dimensiones mentales, emocionales y físicas de la vida. Debe haber un uso adecuado de la mente, no dejándola que sea perezosa o hiperactiva. Tiene que haber una vida emocional juiciosa, que alimente la vitalidad del cuerpo. De la misma manera, su cuerpo físico debe mantenerse como un caballo veloz con la vitalidad adecuada.
Las emociones negativas son indignas de ser mantenidas durante largo tiempo. La ira, el odio, el apego excesivo, el orgullo y el prejuicio, tendrán que irse. De otra manera, afectarán a la red etérica que permite el flujo libre de la vida a través de los centros etéricos del cuerpo. Cuando se altera la red etérica, se obstaculiza el libre flujo de energías. Cuando prevalece el obstáculo, se produce la enfermedad.
Toda la enfermedad es el resultado de la inhibición de la Vida del Alma. Esto es cierto para todas las formas en todos los reinos. Así es la ley.
El arte de la curación es permitir el ajuste de esta inhibición entre el alma y la forma, a través de la adopción de un modo de vida equilibrado.
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