“El acto de morir es un final triunfal de la vida y los lechos de muerte se considerarán como una ocasión más feliz que el nacimiento y el matrimonio. La raza inteligente dentro de poco tiempo reconocerá esto.”
Los hombres de sabiduría ven una vida más grande, más allá de la muerte. No la ven como un final. Según ellos, el alma (el habitante interior) encarcelada en el cuerpo, encuentra un gran alivio en el momento en que es liberada del cuerpo. No es muy diferente de un prisionero que sale de la celda de la prisión. El sueño en sí mismo es un buen ejemplo de alivio para el morador interior. Cada vez que sale del sueño se siente fresco, rejuvenecido y renovado en su energía. Los hombres de sabiduría no ven la retirada del morador interior como una hora de miedo y lágrimas.
Muy a menudo, en una edad muy avanzada, cuando uno tiende a estar inmóvil, incapaz de funcionar con las extremidades, con felicidad prefiere salir del cuerpo. A nadie le gustaría vivir en una casa que le encarcela cada vez más. Incluso los seres queridos y los más allegados se sienten bien cuando la persona se va, ya que es un gran alivio para los que se van. (incluso para ellos)
Habrá un enfoque más sensato de la muerte en el futuro. Cuando el dolor se haya agotado y la debilidad haya sobrevenido, se debe permitir que la persona se prepare, incluso en la partida inconsciente, para la gran transición. Cuando hay un fuerte agarre en el aparato nervioso y cuando la fuerza prevalece en el cuerpo, incluso en pequeño grado, produce dolor. Cuando no hay dolor, la persona se prepara para partir. Cuando el dolor existe, todavía hay un agarre en el aparato nervioso y debe entenderse como la voluntad del alma de luchar por quedarse. Cuando no se encuentra tal síntoma, cuando no hay esfuerzo alguno para quedarse, la persona debe estar preparada para partir pacíficamente hacia una consumación feliz. Tal acto se considera un noble acto de curación. La curación no solo implica la restauración de la vida, sino que también incluye la asistencia para la salida pacífica de la forma.
Hoy se habla mucho de la inmortalidad. Estas son hasta ahora solo creencias sin evidencias seguras. Pero esta creencia está oculta en los corazones humanos e incluso en la mente. Por esta sencilla razón, uno no recuerda diariamente que muere. Vive como si viviese para la eternidad. Esta creencia eventualmente trae el conocimiento. Una creencia no es más que una esperanza y un medio para el conocimiento. Un científico cree en virtud de «un sentimiento» y persiste en el sentimiento para encontrar su realidad. Así que también en cada ser humano hay una creencia de que vive y que vive con continuidad. Los adeptos de todas las épocas viven con «continuidad de consciencia». Un científico de finales del siglo XIX creía profundamente que podía inventar una máquina para volar. Finalmente el primer avión llegó en la primera década del siglo XX. La creencia inherente da la convicción relacionada, permite al creyente buscar las formas y medios por los cuales la creencia se establece como conocimiento.
La teoría de la reencarnación está muy extendida en el mundo hoy en día, a diferencia de lo que ocurría en el pasado. En el pasado, solo la Sabiduría de Oriente creía series de encarnaciones para las almas, mientras que en otras partes del mundo tal creencia no era posible. Pero, con el paso del tiempo, ahora se tiende a aceptar globalmente que la reencarnación es una propuesta aceptable. Ha llegado el momento de que se considere seriamente esta propuesta, se retome y se siga el procedimiento sugerido en la sabiduría oriental.
Poco a poco se cultiva una nueva actitud hacia la muerte en las mentes científicas de la raza moderna y se está inaugurando una ciencia de la muerte. La ciencia de Pranayama ya está en boga. Cuando se comprende esta ciencia, se inaugura una nueva ciencia – la ciencia de la muerte.
“Que estemos en el control de nuestro paso al otro lado y en la comprensión de la técnica de la transición, siguiendo diariamente el proceso en nuestro sueño”, dice un Maestro.
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